jueves, 1 de noviembre de 2007

NO TE ENAMORES DE PERSONAJES DE NOVELA

NO TE ENAMORES DE PERSONAJES DE NOVELA


Foly Galán

... Para Mª Cristina Magee y toda mi familia de Argentina, con muchísimo afecto...

Por un lado:
RIESGOS PARA EL LECTOR

... Sofía siente una gran adicción por la lectura. Apenas lleva vida social, de modo que vuelca todo su tiempo libre en dicho pasatiempo. Trabaja desde hace ya veinte años como única encargada de los inmensos archivos de un ministerio provincial. Es soltera y está dispuesta a permanecer así indefinidamente, ya que ella cree ser inmensamente feliz en ese estado. Desde el reciente fallecimiento de sus padres por fin ya no hay nadie que la aliente a contraer matrimonio; algo que en el pasado la agobiaba bastante. A su difunta madre la torturaba la idea de morirse dejando a su única hija completamente sola. Pero a ella la soledad realmente es lo menos que le preocupa. Es feliz así: sin nadie que la controle o condicione su vida.
... Pero, recientemente, Sofía es presa del amor obsesivo que siente por uno de los personajes que ha descubierto en la última novela que casualmente ha caído en sus manos. No logra apartar a Pedro de su mente ni por un segundo. Él podría ser perfectamente el hombre de sus sueños, con el que no dudaría en contraer matrimonio, si por supuesto él existiera y se lo propusiera cortésmente. Es un hombre sencillo, pero romántico, detallista, educado, encantador... es adorable. Mientras Sofía relee por tercera vez dicha novela, su corazón se sobresalta y el sudor humedece los pliegues de su piel, produciéndole inquietantes cosquilleos.
... Unos meses más tarde, Sofía recibirá llena de alegría la noticia de la inminente edición de la segunda entrega de las aventuras de Pedro: su personaje literario favorito, del que está profundamente enamorada. Ella piensa que alguien así sólo puede existir en las novelas; por el momento, desconoce por completo que Pedro no es precisamente un personaje ficticio: es relativamente real y casualmente vive en la misma localidad que ella, donde asistirá a varios establecimientos o centros comerciales para promocionar su nuevo trabajo y firmar o dedicar ejemplares al público.
... Las piernas de Sofía le temblaban por causa de los nervios, mientras esperaba impaciente a que llegara su turno en la cola del centro comercial, en el que Pedro firmaba ejemplares de su nueva novela. A Sofía le había costado un gran esfuerzo decidirse finalmente a superar su timidez e ir allí, con el objetivo de que, el autor en persona, le firmara el ejemplar que ella había devorado de un tirón a lo largo del día y la noche anterior. Estaba ansiosa por confesarle la adoración que sentía por uno de sus personajes; pero, en el momento exacto en que estuvo frente al escritor, Sofía sufrió una repentina lipotimia, perdiendo la conciencia y desplomándose sobre el impasible suelo de mármol.
... Cuando al fin se recuperó, estaba completamente rodeada por un corro de auténticos desconocidos que mostraban interesarse por su estado. Ella se incorporó e intentó encontrar a Pedro, buscándole insistentemente con la mirada; pero, aparentemente, él ya se había marchado y, lamentablemente, ella no se aseguró debidamente, o no esperó lo suficiente antes de precipitarse en abandonar el recinto.

Por otro lado:
RIESGOS PARA EL ESCRITOR

... Pedro es un escritor de mediana edad, cuyo reciente divorcio le ha desencadenado una repentina tendencia al aislamiento. Ahora apenas sale de su casa, permaneciendo días enteros encerrado en su despacho; supuestamente, escribiendo sin parar. Su empleada del hogar y eventual cocinera está considerablemente preocupada por él; en los siete años que lleva trabajando para el domicilio jamás había visto a su propietario tan descuidado: ya no se alimenta correctamente, ni se acicala diariamente como antes. Su aspecto actual deja mucho que desear.
... Pedro está trabajando en la improvisada segunda parte de su última novela, en la que, al igual que en la anterior entrega, uno de los personajes protagonistas está inspirado en él mismo. Está viviendo últimamente a través de su homónimo novelístico, del cual no puede dejar de escribir. Vive prácticamente a través de su propio personaje, para el cual ha creado a esa compañera ideal con la que él desearía compartir su vida. Los editores de Pedro parecen satisfactoriamente complacidos con el volumen de las ventas de su última novela romántica, por lo que les ha parecido perfectamente viable continuar con la secuela de la misma; algo que el autor se ha comprometido a culminar en un periodo de tiempo muy breve.
... Tan sólo unos dos meses más tarde, el segundo tomo de las aventuras de Pedro estaría ya en manos de la imprenta de la editorial; y unas tres semanas después, ocuparía los escaparates y las estanterías de todas las librerías de la provincia. Una de las cláusulas de su contrato con la editorial, obligaba a Pedro a asistir a la firma de su nuevo libro en algunas destacadas librerías y centros comerciales de la región; algo que, inevitablemente, le forzó a abandonar su despacho algunas horas al día durante varias semanas; por supuesto lo haría a regañadientes, debido a que ya había comenzado a trabajar apasionadamente en una posible tercera entrega de sus propias aventuras y desventuras amorosas; en las que lógicamente aparecería acompañado también por su inseparable e idílica pareja ficticia, a la que azarosamente bautizó como: Sofía.
... Pedro se encontraba firmando ejemplares de su nueva novela en un popular centro comercial, cuando una de las personas que esperaban su turno para que él les dedicara un ejemplar, sufrió un súbito mareo, cayendo al suelo justo frente a él. Era una mujer que, sorprendentemente, le recordaba increíblemente a la utópica protagonista femenina de sus dos últimas novelas. Solidaria y educadamente, Pedro se apresuró a ir a buscar un vaso de agua al bar-cafetería más próximo, para ofrecérselo a la mujer desfallecida en cuanto ésta recobrara la conciencia. Pero para cuando él regresó con un vaso de agua, un sobrito de azúcar y una cucharilla, ella ya no estaba allí.
... Al parecer, según le informaron algunos de los presentes: aquella enigmática mujer, tras reponerse, se marchó avergonzada y apresuradamente, dejando olvidado en el suelo el ejemplar que pocos segundos antes esperaba que el escritor le dedicara; y que ahora le era entregado a su autor, el cual lo conservó con la sincera esperanza de que su propietaria se decidiera finalmente a reclamarlo. Pero eso posiblemente jamás ocurrirá... ¿o tal vez sí?...

Fin

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