martes, 6 de noviembre de 2007

LA PRISIONERA DE MARFIL

LA PRISIONERA DE MARFIL


Foly Galán

... A la memoria de mi querida prima-hermana Mabel Montes Galán...
... Y para todas las difuntas Elizabeth Davids...

Capítulo 1º
LA PREGUNTA
... Cuando Damián comenzó hace dos años a trabajar con Internet, tanto sus compañeros del trabajo como sus amistades y algunos de sus familiares, le advirtieron sobre la infinita cantidad de fraudes, timos o engaños a los que se vería expuesto como usuario al navegar por la red. Desde entonces, su desconfianza se ha disparado; aunque proliferando realmente sin motivos, puesto que hasta la fecha él aún no ha sido víctima de ninguna estafa, ni ha sufrido o padecido ardid malicioso alguno que le afectara en lo más mínimo. Pero toda la paradójica y ambigua información con la que le bombardean en su entorno, al igual que a una gran parte de la población internauta, le ha desencadenado una preocupante y obsesiva paranoia; algo así como una manía persecutoria: ahora cree que todo el mundo intenta aprovecharse de su ingenuidad o profanar el disco duro de su PC.
... La semana pasada, Damián recibió un correo electrónico desconcertante, en el que una supuesta joven africana, le suplicaba que la ayudara a huir de su país, donde su vida corría un inminente peligro. Esta chica, expresándose en un castellano muy pobre, le informaba de que tenía diecinueve años de edad y recientemente había quedado huérfana de padre y madre. Su nombre era Elizabeth Davids, hija de Joseph Davids, un importante comerciante de cacao del oeste de África, que había sido brutalmente asesinado por sus propios hermanos, para poder apropiarse de la inmensa fortuna y de todas las propiedades que él poseía. Al parecer, a ella le esperaba también la misma suerte que a su progenitor: sus tíos eran los albaceas de la generosa herencia que a ella le correspondía y de la que no podría disponer hasta cumplir los veinticinco años de edad; pero si ella fallecía, todos esos bienes pasarían inmediatamente a ser propiedad de los hermanos y verdugos de su padre.
... La atormentada joven le informaba también que se encontraba alojada de incógnito en un hotel de las afueras de la ciudad de Abidján, en Costa de Marfil, y deseaba que Damián supiera que se trataba de un asunto auténtico y totalmente legal; únicamente le suplicaba que le diera el tiempo justo para poder demostrarlo. Ella le insistía en que necesitaba muchísimo su ayuda urgentemente y aseguraba que, por algún motivo, tenía la convicción íntima de que él podría auxiliarla.
... Por supuesto, en compensación, Elizabeth le garantizaba a Damián que recibiría un cierto porcentaje de la suma total que ella esperaba heredar; pero para ello era necesario que él inicialmente le remitiese un número de cuenta bancaria, a la que poder realizar cuanto antes la transferencia de una sustanciosa suma de dinero que su padre había dispuesto secretamente para ella, de la cual había tenido noticia recientemente gracias al director del banco Atlántico de Abidján, antiguo amigo del difunto padre de la chica, que le recomendó buscar a alguien que viviera fuera del continente africano, para que se comprometiera a refugiarla y ser su tutor, administrando dicha pequeña fortuna hasta que la joven culminara sus estudios, cumpliera los veinticinco años y pudiera disponer de la totalidad de su herencia, de la cual ella también prometía compartir una parte con Damián cuando llegara dicho momento

Capítulo 2º
LA RESPUESTA

... Damián, como era de esperar, instantáneamente sospechó que aquello era algún tipo de timo o de fraude. Supuso que tal vez se trataría de una simple estratagema para obtener números de cuentas corrientes en las que luego domiciliar el pago de facturas, o algo por el estilo. No obstante, Damián compartió con algunos de sus compañeros del trabajo el correo electrónico que le había enviado la supuesta Elizabeth Davids desde Abidján, en Costa de Marfil, pero las opiniones fueron totalmente unánimes: aquello no podía ser más que una sucia mentira.
... El resto de los destinatarios elegidos al azar por la desesperada muchacha, también reaccionarían exactamente igual que Damián. La joven, desde un cibercafé próximo a su hotel, enviaría más de una veintena de mensajes de auxilio repartidos por distintas partes del mundo, pero no llegaría a obtener respuesta satisfactoria a ninguno de ellos. Ya sea por desconfianza o por falta de solidaridad, el caso es que nadie se creyó la escalofriante historia de la joven africana. Vivimos en un mundo tan sobrecargado de falacias y corrupción, que ya nos resulta prácticamente imposible distinguir apenas un ápice de humanidad, entre el extenso corolario de conductas angostas que completan la sociedad en la que interaccionamos.
... Irónicamente, gracias a dicha trayectoria funesta que sufre nuestro mundo, hoy es un día inmensamente feliz para los despreciables tíos de la desdichada Elizabeth, los cuales finalmente han logrado apoderarse definitiva y legalmente de la gran fortuna que le correspondería a la desgraciada muchacha. Inevitablemente, ayer noche mismo, ella fue localizada por los mercenarios contratados por los hermanos de su padre. Lamentablemente, Elizabeth Davids ya no podrá enviar más desconcertantes mensajes de socorro a desconocidos a través de Internet, desencadenando tan molestas sospechas a sus destinatarios, que ineludiblemente, ahora deberían ser justamente condenados: por ser los indiferentes o desinteresados cómplices de su cruel y despiadado asesinato.

Fin

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