jueves, 1 de noviembre de 2007

EL HIJO DESEADO

EL HIJO DESEADO

Foly Galán

... Para mi peón favorito... ¡eres un máquina, Alberto!
... Y por supuesto para "Cococó"...

Capitulo 1º
DESOLACIÓN

... La potente y cegadora iluminación del quirófano le impedía a Lucía mantener sus ojos abiertos mientras le practicaban su tercer aborto consecutivo. Los tratamientos de fertilidad, a los que llevaba sometiéndose desde hacía ya cinco años, no habían logrado ayudarla a materializar su anhelado sueño de convertirse en madre. Estaba a punto de cumplir los cuarenta años y sus esperanzas al respecto menguaban paulatinamente, como consecuencia de todos y cada uno de los traumáticos y desalentadores fracasos que había sufrido hasta el momento. En ésta ocasión, muy a su pesar, tendría que darse definitivamente por vencida: durante la intervención hubo complicaciones inesperadas que causaron graves lesiones en su matriz, la cual sufrió daños irreversibles: ya no podría dar a luz jamás.
... La desolación de Lucía desencadenó un catártico estado de desinterés y desanimo global, que inevitablemente la alejaría progresivamente también de su marido, el cual aceptó resignadamente la triste realidad de no poder llegar a ser padre nunca; pero lo que no asumiría de ninguna manera era vivir con una mujer amargada y ausente, que permanecía todo el día tumbada en la cama o en el sofá, llorando compulsivamente y lamentándose constantemente; reconociendo no tener ganas ni de vivir, ni de hacer nada en absoluto. Algunos meses antes de abandonarla definitivamente, su esposo le sugirió la idea de la adopción, pero ella la rechazó tajantemente argumentando toda una serie de pretextos absurdos e improvisados.
... Tras su posterior y previsible divorcio, Lucía volvió a instalarse en su antigua casa con sus progenitores. Tanto sus familiares como sus amistades más allegadas, intentaron por todos los medios rescatarla de la arraigada depresión que la invadía inexorablemente, pero sin éxito alguno. Su prestigioso psicoterapeuta, gran amigo de la familia, finalmente sólo se limitó a recetarle antidepresivos uno tras otro, que en lugar de ayudarla simplemente la adormilaban o le distorsionaban la realidad más aún si cabe; poco tiempo después ella deambulaba torpemente por el domicilio de sus padres, babeando y tambaleándose: tenía la apariencia de un auténtico zombi.
... Ajena al constante desinterés de su hija por vivir, la anciana madre de Lucía intentaba animarla y distraerla como podía, sacándola de paseo cada vez que le era posible y llevándola con ella a las esporádicas excursiones que realizaba con sus amigas de la tercera edad; algo que efectuaba principalmente por la intranquilidad que sentía cuando debía dejarla sola en casa; esto se convertiría en necesaria obligación después de su frustrado intento de suicidio con narcóticos, que afortunadamente fue truncado por el oportuno regreso de sus padres al domicilio, donde la encontraron tendida en el suelo e inconsciente. En una de esas impuestas excursiones de la tercera edad acompañando a su madre, fue cuando Lucía conoció al simpático "Cococó".

Capitulo 2º
COCOCÓ

... Un día antes del anecdótico encuentro entre Lucía y Cococó, un campesino encontró en su finca a un cuervo común con una herida en una de sus alas que le impedía volar. Tras algunos intentos fallidos, el hombre consiguió capturar al ave y la llevó rápidamente a un refugio estatal para animales protegidos, en el que generalmente tras curarlos los devolvían a su medio natural. Dicho lugar sería casualmente elegido por los organizadores de las excursiones a las que obligatoriamente debía asistir Lucía, que lógicamente al día siguiente, a pesar de sus reiteradas quejas, no se libraría de ir.
... Tan sólo unos minutos antes de que los ancianos que integraban el grupo en el que iba Lucía entraran en el recinto, el animal recién llegado, desde su jaula, escuchó a una niña pequeña, que era transportada por su padre, llorar histéricamente llamando a su madre.
- ¡Mamá, mamá, mamáaaaaa!- Gritaba la pequeña, al ver como su padre avanzaba dejando detrás a su esposa, que se había quedado rezagada observando a los animales que ocupaban las jaulas anteriores. El ocurrente cuervo, instantáneamente, comenzó a imitar aquel estridente sonido que producía la niña, que en esos momentos se encontraba justamente frente a él.
- ¡Mamá, mamá, mamáaaaaa!- Repitió el ave, desencadenando una espontánea carcajada en el padre de la pequeña, que llena de asombro dejó repentinamente de llorar. Poco después aparecería el grupo de ancianos acompañando a Lucía. Y en el instante exacto en que ella pasaba indiferente por delante de la jaula del cuervo, éste se precipitó contra el enrejado de su eventual hogar transitorio, mirando fijamente a Lucía y reproduciendo nuevamente el desgarrador chillido de la niña.
- ¡Mamá, mamá, mamáaaaaa!- Fue lo que escuchó la desconcertada Lucía. En ese momento exacto, inauditamente, el cuervo le devolvió las ganas de vivir a la desconsolada mujer, que a partir de entonces comenzaría a visitar asiduamente al animal, llevándole regularmente fruta, frutos secos y dulces o migas de pan. Lucía lo bautizaría: "Cococó"; ya que cuando el ave se enojaba emitía un sonido muy similar a: "coc-coc-coc".
... En una de sus diarias visitas a Cococó, Lucía llevó y le enseñó a su amigo el cuervo varias fotos de satélite que había descargado previamente de Internet; por supuesto lo hizo bromeando, diciéndole al ave que ella vivía allí y que no olvidara visitarla cuando él obtuviera la libertad. En las fotos se podía observar claramente la zona en la que la mujer habitaba con sus padres: su casa, su barrio, su pueblo, hasta incluso la provincia entera. Unos días más tarde, un empleado del recinto la informaría de que el cuervo ya estaba totalmente reestablecido y por ese motivo le habían liberado en un bosque próximo. A la mujer le entristeció terriblemente la idea de no poder volver a ver a su querido Cococó, pero tan sólo una hora más tarde, al regresar a su vivienda, alguien le gritó desde el tejado: ¡Mamá, mamá, mamáaaaaa!

Fin

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